sábado, 4 de mayo de 2013

El séptimo

Nuevo Fiction 
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Nuevo banner. Si alguna imagen le pertenece a o está hecha por alguien, háganmelo saber, por favor.

Pareja Principal: Bill-Tom
Género: Slash
Advertencias: Incesto no relacionado, Drama, Romance, Misterio, Violencia Verbal, Basada en hechos reales.
Finalizado: No
Resumen:

"El séptimo instituto, grupo 402; dos chicos completamente diferentes y una práctica en el laboratorio de física que decidirá si una amistad puede llegar a algo más o simplemente el ser “Adolescente” les impide creer en el verdadero amor."



Capítulo 1


Con un poco más de fuerza y aseguraba que rompería el despertador de la tremenda zarpada del que fue sometido. No tenía culpa y nadie podía dársela, era mucho más temprano que las 5 de la mañana; 4:35 para ser exactos y ya tenía que levantarse para entrar a la preparatoria, mejor dicho, su primer día en el instituto.

Tampoco tenía la culpa de vivir a hora y media del colegio, pero era lo que había. Sabía que era difícil acreditar para una institución como esa, pero lo había logrado y ahora tenía que pagar sus obligaciones aunque tenga que comprarse un despertador diario.

—¡Ya levántate Thomas! —gritó Simonne, quien ya sabía que a su pequeño hijo le costaba trabajo (y era decir poco) el levantarse a altas horas de la madrugada.

Incluso a ella también, que de no ser por su hijo a esa hora estaría durmiendo plácidamente y soñando con sirenas que volaban, pero como Tom tenía obligación de ir a la escuela, ella como madre también tenía la obligación y peso de conciencia acompañarlo en sus arduos esfuerzos matutinos. Dándole la bendición antes de que cruzase la puerta y preparándole el desayuno para que no adelgazara más de lo que debería.

Unos ruidos en la puerta de baño le dieron aviso que su pequeño ya estaba tomando su merecida ducha para espabilarse sus ideas y despertar lo suficiente como para no pasarse en el transporte que lo llevaría directo a la preparatoria.

—Ya casi estoy ma’, solo alisto mis cosas y… ya. —informó con cansancio, ya había salido cambiado e incluso perfumado.

Era bastante guapo, incluso con su atuendo y sus raras rastas que se decían llamar ‘cabellos’. Le hacían tener un estilo propio, tenía jovencitas atrás de él, afortunadamente para Simonne, su pequeño rubio casi nunca se interesó en relaciones como esas, pues siempre estaba un poco más interesado en los estudios, soñando llegar a ser psicólogo y con una extraña obsesión por la música, especialmente las guitarras.

Fue por eso que siempre quiso una beca en una de las 9 preparatorias más solicitadas de entre los jóvenes, que si bien eran “pagadas por el gobierno” (lo cual era incierto totalmente) eran una de las más saturadas. Tom había elegido la preparatoria 7, y había quedado a la primera; más orgullosa no podría estar.

Su sonrisa se ensanchó al ver a su hijo entrar por la puerta de la cocina, con aquella expresión emocionada y a la vez llena de miedo al ser su primer día en una escuela totalmente nueva para él. Pero la felicidad ahí estaba intacta.

—¿Listo campeón? —consintió la madre.

—Pues, quizás. Pero estoy preparado y emocionado —respondió, sentándose en la mesa y tomando el bol de cereal que su mamá le había preparado, empezando a degustar el sabor del que estaba tan acostumbrado.

—Qué bueno… —comentó Simonne, cruzándose de brazos y restregándolos para guardar calor, pues a esas horas el frío era abrazante—. ¡Vaya, pero si tenías hambre muchachito! —ironizó al ver lo rápido que acabó su hijo en comer.

—Sí bueno, también necesito salir un poco más temprano, aún no me sé la ruta en la que tengo que irme ni el camino, no quiero llegar tarde por pasarme una estación en el tren subterráneo.

—A veces siento que eres más responsable de lo que deberías, hasta ahora me siento muy orgullosa de ti jovencito… no pude tener mejor hijo que el que tengo —Comenzó con su discurso.

—Oh má, no empieces por favor y en este caso entonces también estoy orgulloso de tener una madre como tú, sin ti no sería lo que soy.

—Bueno ya párale que me vas a hacer llorar. —Limpió lágrimas inexistentes pero que no dudaría que en un momento a otro comenzarían a salir de la nada, debido a tanta emoción

—. Toma tus cosas, es hora de irte mi amor.

El menor cogió sus cosas, las apoyó en su hombro derecho y abrigó bien su chaqueta negra

—. Me voy mami, nos vemos después, según mi horario saldré a la 1:40, quizás llegaré a las 4 por mucho. Cuídate y nos vemos —Se despidió de una emocionada Simonne y salió por la puerta un tanto nervioso.

Puede que su cuerpo tambaleara de una manera no común, pero según él lo atribuía al frío intenso que a altas horas de la mañana se dejaba sentir.

Caminó un tramo más -5 calles para ser exacto- llegando a la entrada del tren subterráneo que pasaba y dejaría directamente en su nueva escuela.

Una vez dentro, entró en un apretadísimo vagón que aglomeraba un gentío que hacía que se estampase en el frío vidrio por 20 minutos aproximadamente.

Ya una vez transbordando y llegando a su destino, salió, meneando la cabeza en ritmo a la canción que estaba escuchando por sus auriculares. Comenzó a caminar una vez afuera, no estaba muy lejos del instituto y bien podría ejercitarse un poco en su sedentaria vida tan perezosa que llevaba.

Cruzó la gran avenida que diferenciaba diferentes calles, continuando su camino hasta otras dos cuadras más para continuar la que ocupaba la escuela.

Era temprano, pero a esa hora debía entrar. Eran casi exactamente las 7 de la mañana, le tocaba dibujo en la sección B y aún no sabía cual era su salón.
Sacó su pequeña hojita que aseguraba estar dentro de la institución y entre empujones por parte del demás alumnado logró entrar a las pequeñas jardineras por donde se podía ver la mayor parte de la escuela.

Era enorme, se dividía por edificios, estaba el A, el B y el E. Su primera hora decía.

*402B-Dibujo B002*

—Hey, disculpa… ¿Sabes dónde está el salón B002? —preguntó desubicado a una chica que pasaba cerca de ahí.

—También eres de cuarto año ¿Cierto?

—¿Cuarto? —dudó.

—Sí, nuevo ingreso.

—Ah, sí…

—Yo también… pero ahora mismo tengo lógica, soy del 409. Y perdón, no sé dónde está ese salón.

—Oh vaya, qué lástima… bueno, gracias eh…

—Luna… me llamo Luna —Se presentó la chica.

—Mucho gusto Luna, yo soy Tom, Tom Trümper… y gracias.

—No hay de qué… búscalo en éste edificio, es el B… supongo que han de empezar desde allá. Suerte.

No dio tiempo de despedirse, pero había tenido una semana anteriormente para poder conocer la escuela, aunque oficialmente ese era su primer día.

Sabía cual era el edificio B, así que se dirigió ahí y empezó por donde le dijo Luna, encontrando el salón B002 casi enseguida.

Con cansancio y nerviosismo entró, sentándose en los pupitres que se situaban en la parte media del salón, ni hasta atrás ni hasta adelante. Vio como demás compañeros iban entrando hasta que se llenó el salón completamente y alguien ocupó el asiento a su lado.

—¿No ha llegado el profesor? —preguntó el chico al lado suyo.

—Eh… no, no ha llegado.

—Bien, porque me fue casi imposible llegar antes, ahora con que las preparatorias entramos hoy, los camiones están llenísimos y el tráfico es horrible. ¿No te tocó?

—Bueno, me vengo por el subterráneo, pero igual está atascadísimo.

—Sí bueno… eso es lo malo del transporte público.

—Concuerdo contigo… —Le sonrió sutilmente para voltear su vista hacia el celular que traía 
en manos.

—Me llamo Kay, Kay Peterson. ¿Tú eres…? —Se presentó, esperando su nombre.

—Oh, que estúpido… me llamo Tom, Tom Trümper —Estrecharon sus manos en un saludo afectuoso, justo en el momento en el que el profesor cruzaba la puerta.

«—Muy buenos días muchachos, mucho gusto en conocerlos, mi nombre es Eriberto García y soy especialista en diseño gráfico. Imparto la materia de dibujo en la preparatoria 7… yo espero que…—» Se había presentado como cualquier maestro. A él le gustaba mucho el dibujo, sabía un poco y sin duda esa materia sería una de sus preferidas.

La clase había terminado luego de las presentaciones como niños de pre-escolar y salió directo a su salón, tenía la clase de español o lengua española como lo acordaba su horario, pero debía ir al baño primero. Había salido de casa sin hacerlo ya hora le estaba cobrando facturas.

Corrió a su salón para apartar un buen lugar y se dirigió a los sanitarios, lo cual le costó encontrarlo tras 10 minutos de búsqueda, dándose cuenta de que estaban atascados, aún así su urgencia era tal que con las piernas apretadas decidió esperar un poco más hasta tener un turno y poder vaciar su tan necesitada vejiga.

Una vez con la cara de absoluto placer por haber descansado ante tanta presión se fijó en su reloj de mano, dándose cuenta que habían pasado ya 20 minutos y seguro que ya no lo dejarían entrar.

Supuso que si daba un maratón con esa velocidad, ganaba el oro. Pronto llegó solo vio una bulla grande en el salón: el profesor no había llegado aún.

Respiró aliviado, casi el corazón se le salía del susto y solo quedaba suspirar.

—¡Hey Tom! ¿Y esa cara? —preguntó Kay, cuando llegó a él.

—Tenía unas ganas tremendas de ir al baño y pensé que en lo que los encontré e hice mis necesidades, el profesor no dejaría que entrara… me alarmé.

—Calma, que creo que no nos han conseguido maestro de lengua española, o eso se dice… ya sabes.

—Sí claro… —Desvió la mirada hacia afuera, donde aún pasaban alumnos de otros grados que apenas entraban a clases.

—Oye Tom… —habló Kay de nuevo—, quiero presentarte a un chico que acabo de conocer, es genial… mira, ¡Louis! —gritó a otro chico de cabello oscuro. Kay era pelirrojo.

—¿Qué pasó Kay? Me has asustado tío… gritaste como un maldito desquiciado —Todos rieron.

—Quiero presentarte a Tom, Tom, él es Louis Jeffern.

—Oh, un gusto —alagó Tom, recibiendo lo propio.

—El gusto es mío.

*402 Geografía B205*

El problema fue encontrar tal salón, era un verdadero dilema pero como buenos estudiantes lograron hacerlo.

—¡Hey Tom, ven, siéntate aquí con nosotros! —gritó Kay.

Y ahí se dirigió, en la parte central trasera de todo el gran salón de geografía. Como todo, apenas el profesor entró comenzó a presentarse y a trabajar en la primera unidad y los temas que se verían.

La puerta se abrió totalmente, haciendo ruido al estar todos callados y en él pasó un chico que llamó completamente su atención.

Un chico alto, delgado y con vestimentas negras entraba al salón. Llamó completamente su atención. Esa hermosa carita que resaltaba más por el maquillaje y la sombra negra que adornaba sus párpados, la boca entreabierta por la que dejaba pasar bocanadas de aire al estar tan agitado.

—¿Puedo pasar? —dijo aquel chico, con cara lastimera, conmoviendo al profesor.

—Claro que sí, por favor trate de llegar más temprano para la próxima clase

—Sí profesor.

Pasó sigilosamente, ignorando que el maestro había retomado la clase y se sentó en el primer asiento libre que encontrara.

Se le había hecho tarde. Sabía que tenía que pararse mucho más temprano de lo acostumbrado, tomando en cuenta que vivía lejos, no mucho pero sí lo suficiente como para contar más de media hora en el pasaje desde su casa hasta la prepa.

Había quedado en la prepa 7 y en su primer día, tenía que llegar como siempre: tarde.

Apenas y le había dado 3 mordidas a su tostada y terminar comiendo en el camino un yogurt bebible de cereales con nuez. Que por cierto por poco y se bañaba entero con él en un mal movimiento del transporte. Pero había llegado, mínimo para la 3º hora. Eso ya era decir mucho.

«—¿Cómo sí tienes tiempo para arreglarte y maquillarte así, pero no lo tienes para poder llegar más temprano al colegio Bill? —» Reñía siempre su madre, y aunque le pudiese dar la razón… siempre era lo mismo e incluso ya se había resignado.

Una vez que bajó del camión se apresuró a entrar al instituto, perdiendo 15 minutos más en buscar el salón y tras una bocanada de aire había entrado… interrumpiendo y llamando la atención de todos. ¿Qué se quejaba? Le gustaba.

Apenas tomó asiento, trató de poner atención en clase. Logrando la mitad del porcentaje esperado, observando a todo mundo, eso siempre hacía.

Sus ojos divagaron por todo el salón observando: una niña con coletitas de niña de 5 años, una emo que no sabía siquiera cepillarse el cabello, la típica niña fresa que miraba con alevosía sus uñas, los mismos estúpidos que se divertían aventando papelitos y los demás que aún no socializaban y trataban de utilizar su tiempo en el verde pizarrón que estaba frente suyo.

Su ceño se arrugó cuando su vista llegó a un chico, cuya mirada la tenía fija en el pizarrón. 

¿A eso se le podía llamar cabello? Para él, no. ¿Y esas ropas? Jamás sería su gusto… ¿y esa mirada de sicópata acosador pervertido? Solo le ayudó a alejar su vista de él. La había sentido encima.

Definitivamente era una loca escuela, con locos grupos… y locos compañeros. Y sí, definitivamente era para él: estaba loco, no podía alejar su vista de él, mucho menos cuando le vio obsequiarle una de las sonrisas más hermosas que hubiese visto jamás.


:D espero les haya gustado.
Si se les escapa un comentario o alguna crítica
la aceptaré completamente gustosa :)
un beso :*

2 comentarios:

  1. Holaaaaaaaaaaaaaa~ Te jodo hasta en tu blog.<3 (?) JAJAJAJA, bueno, me metí a stalkear un poco y vi ésta fanfic. Que por lo visto sólo cuenta aún con un capítulo, ¿no?
    En fin, me gustó mucho. No puedo dar una crítica más "completa" porque esto sólo ha sido un capírulo más que todo introductorio, ¿a que sí?
    Esperaré entonces a ver el que sigue. :3

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    1. Jajá sí, así es :) tengo el 2º pero... pienso escribir más de esto antes de colgar el siguiente, y no te preocupes :33 es bueno que me jodas x)

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