"Nuevas expectativas"
Le oyó casi tirar la puerta y algo le alarmó. Él no se
comportaba así, algo había sucedido y le puso nervioso, sus deseos de
preguntarle qué había pasado se intensificaban con los acelerados pasos que su
secuestrador daba en las escaleras directo hacía la habitación.
Saciaría sus dudas en cuanto le viera.
Y no tardó. Bill a unos pocos segundos abrió la puerta
algo agitado y las bolsas en la mano.
—¿Tardé mucho, cariño? —preguntó agitado, dejando la
comida en el buró y acercándose a Tom.
—No —No podía hablar más que monosílabos, pero poco a
poco comenzaba a soltarse un poco más, eso lo agradecía Bill—. Te noto extraño…
¿Pa-pasó al-algo?
Bill le miró extraño. Jamás se había interesado o le
había preguntado algo que no fuera meramente necesario, así que sólo atinó a
sonreírle, para relajarle.
—Nada que pueda preocuparte a ti mi niño… Pero eso sí,
pronto te daré una sorpresa —Miró las muecas de un confundido chico y decidió
tranquilizarle cambiando de tema—. Mejor comamos, no quiero que te pongas
flacuchito y raquítico como yo comprenderé.
Le sacó una media sonrisa.
Caminó hacia la cómoda para sacar los empaques de la
comida que hubo comprado y desató a Tom, sentándose al lado de él y pasándole
el café y un panqué, a lo cual el pequeño tomó gustoso y comenzando a complacer
su ruidoso estómago.
Gustoso engulló todo el panqué que le fue tendido,
tomando en cuenta que no era lo necesariamente pequeño, pues se llenó en cuanto
lo terminó, pero totalmente satisfecho y con una sonrisa de satisfacción
acabando de sorber lo poco que quedaba de café. Bill le miró complacido.
—Dime Tom… ¿Te gustó?
—Sí, estuvo bueno —Tomó un sorbo—. Además que tenía
mucha hambre.
—Estás lleno —preguntó/aseguró, viéndole asentir—. Pues
qué mal porque… en el camino unos gusanos se me pegaron y no sé qué hacer con
ellos —Sacó de la bolsa de su sudadera una mediana bolsa de gomitas en forma de
gusanos que en cuanto captaron la atención de Tom, sus ojos se iluminaron y
olvidó que estaba lleno. Quizá su estómago tenía un pequeño hueco que esas
deliciosas gomitas taparían—. Todavía no me lleno, tal vez pueda comerlas y…
—¡NO! —gritó desesperado Tom—. Yo puedo hacerlo por ti,
todavía no terminas por completo tu panqué y te queda café, yo ya he terminado
y mi estómago aún tiene un huequillo que debe ser llenado.
Bill sonrió. El miedo de Tom que aún existía en éste,
quedó de momento a un lado mientras le
arrebataba las gomitas y comenzaba a
tragarlas gustoso.
—Tom, confío en ti —dijo sincero Bill, mirando al
pequeño. Se estremeció—. Te quedarás aquí y podrás hacer lo que te plazca,
menos escapar… —Le acarició la cabecita, viéndole ronronear un poco y entrar en
confianza—. Tengo cosas qué hacer, no saldré… estaré aquí y vendré a echar un
ojo entre minutos, no te sientas intimidado… vuelvo.
Tom asintió.
Tenía la oportunidad de ducharse, o de intentar hacerlo
mientras pedía más tiempo y escapaba de ahí. Pero por alguna razón no tenía
intensión de hacerlo.
Al ver a Bill salir sin cerrar la puerta se paró
husmeando en la bolsa de comida, encontrando unas rosquillas que comió poco a
poco mientras estiraba las piernas y destensaba su cuerpo.
Oyó al pelinegro hacer un par de llamadas y caminar de
un lado a otro con cosas entre sus manos, escondiéndose en su recámara y
volviendo a salir un poco apurado. Se extrañó pero no dijo nada. Muy a su pesar
reconocía que esos días le habían servido para asegurarse de que su
secuestrador estaba muy loco, que así era y así sería.
—Tom —llamó Bill, percatándose de que el niño aún comía.
Éste último le miró—. ¿Qué tipo de ropa y accesorios te gustan?
Tom frunció el ceño. ¿A qué venía eso? — ¿Ah? —vociferó
confundido.
—Anda dime, no me temas.
Suspiró—. Bueno, ¿Ves mis pintas? —Se miró—. Bueno, a-ahora
me tienes desnudo, sólo con bóxers pero… Me… Me gusta la ropa de onda rapera,
pantalones de mezclilla y playeras con e-estampados un tanto bizarros, toda mi
ropa 3 tallas más grandes de la que soy. ¿P-Por qué?
—Sólo curiosidad… Anda, tengo que salir. Ya sabes ¿No?
—La mirada de Tom se entristeció, ¿Cuándo más tendría que soportar? Por
supuesto que sabía lo que tenía que hacer. Hizo una mueca mientras se dirigía
de nuevo a la cama y ponía su brazo para que Bill le atase. Aún desconfiaba un
poco cuando éste salía, sabía que Tom aún tenía deseos de salir y no quería que
escapase.
Le ató con pena, era necesario.
Salió de la casa y se encaminó a un supermercado, todo
camuflajeado pero actuando normal, sin levantar sospechas.
Mientras Tom se debatía mentalmente, se rompía por
dentro y perdía poco a poco esperanzas. No temía ya mucho a Bill, sabía que
aunque se enojara bastante jamás le hizo daño, lo comprobó cuando quiso
escapar, vio a Bill realmente furioso, sin embargo no le hizo daño, o al menos
no lastimándolo de mala manera o con malas intenciones. Así que aprendió a
apaciguar su temor con él. Pero no confiaba… aún quería salir, aún sufría y aún
rezaba porque le encontrasen. Creía pronto.
Los minutos pasaron y pronto escuchó la puerta abrirse.
Y después, a un sonriente pelinegro entrar efusivo a la habitación, emocionado
en desatarlo.
Quedó atónito.
—Te tengo una sorpresa. —A Tom le intrigó—. Mira tu
regalo.
Vio el sinfín de bolsas que traía y una chispa creció en
él, primero tenía desconfianza, y al ver los pantalones, las sudaderas, las
blusas y las gorras que le llevó, su mirada se iluminó. Sonrió sincero y
emocionado por primera vez.
—¿En serio? Pero…
—No quiero que te sientas incómodo conmigo, cariño. Sé
que no fue la mejor forma de conocerme… pero no encontré otra.
—Lo lamento, no me pidas más cuando las circunstancias
hablan por sí solas. Bill lo lamento… pero aún temo y…
—Shh —Le chistó—. No digas más… Tom, perdóname, pero
tengo que decirte. —Tom le miró—. Nos vamos de aquí.
El mundo se le vino abajo, su sonrisa decayó y la sangre
se le heló. ¿Viajar? No, ¿Por qué ahora? No podía.
Pronto vio todo negro.
Se había desmayado.
Bill no sabía por cuando tiempo duraría su
inconsciencia, pero debía aprovecharlo para cogerlo y ponerlo en su automóvil.
Tomó las cosas y las guardó en el auto, junto a las demás. Tomó varias llaves y
dijo que todo estaba bien. Subió cuando hubo acomodado al menor y emprendió el
viaje.
Sería largo, pero valdría la pena.
Al menos ahí estaría seguro.
Ahora sí, ¡Gracias por leer! :DD
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