domingo, 7 de julio de 2013

Empacando Fantasías - Capítulo 23

"Mounstro Colecciona-ojos"



Entre sueños el calor era abrazador a tal grado de mantenerlo, supuso él, sudando. La transpiración brotaba de sus poros tal cual se sentía sofocante y comenzaba a jadear. Un sentimiento extraño se apoderó de él y las sensaciones que sentía se le hacían vagamente similares, mas no podía relacionar coherentemente al recién despertar. Su cerebro todavía estaba adormecido y se encontraba entre la conciencia y la inconsciencia, una línea intermedia que le hacía creer que la realidad aún era fantasía o que la fantasía se volvía locamente algo real y lo trastocaba aún más.

Poco a poco el sueño fue abandonando su muy caliente cuerpo y comenzó a sentir más fuerte el tacto de las sábanas bajo su piel y la tenue ventisca hacer tiritar un poco su cuerpo, sin embargo eso ya no importaba. Algo se sentía bien, como aquellas veces donde comenzaba a presentar aquellos síntomas de adolescencia o pubertad del que todos sus libros de ciencias y anatomía hablaban una y otra vez y lo llevaban a parar ya sea a media noche o durante su ducha matutina y hacer cosas de las que aún se avergonzaba un poco hablar.

Sus ojos se abrieron completamente, contemplando todo lo que su vista alcanzase a observar. Estaba solo, poca luz comenzaba a aparecer entre las ventanas y eso le dijo que todavía era temprano, aunque no tanto. Supuso las siete u ocho de la mañana. Y por último bajó la vista. Algo le impedía tener aquella visualización panorámica que tanto deseaba o que esperaba que no estuviese interrumpida por aquella pequeña protuberancia entre las sábanas.
Aquel amiguillo fiel se alzaba olímpicamente y con orgullo, cubierto de tela y aún así haciéndose notar. Bajó lentamente su brazo por los aires hasta que su mano pasó a rosar adrede aquella zona, haciéndolo jadear de pronto. Sin duda había tenido un sueño húmedo que inexplicablemente no recordaba y estaba seguro, jamás recordaría. Sin embargo había dejado graves secuelas y con tan sólo bajar un poco la vista se encontraba una prueba de ello. Lo peor es que con tan sólo un roce —provocado mágicamente por las sábanas ante cualquier mínimo movimiento— le hacían jadear sin poderlo evitar.

Estaba tan concentrado en idear algo rápidamente antes de tener que rendirse y satisfacer sus instintos naturales que no se escuchó los pasos que se dejaron venir desde afuera de su habitación ni tampoco la puerta abrirse.

—¡Pequeño, ¿Estás bien?! —Algo le sobresaltó. O más bien alguien.

Bill acababa de entrar sorpresivamente a su habitación haciéndolo casi caer de la cama del tremendo susto que le había pegado. Juraba querer matarlo, o al menos después agradecerle mentalmente si había logrado que con tremendo susto algo se bajara. Discretamente se dio cuenta de que no era así.

Definitivamente lo mataría.

—¡Me asustaste! —reclamó. Estaba un poco frustrado.

—Tú a mí también. Pasaba tranquilamente por aquí para ocupar el baño como todo mundo lo hace y cuando regreso te escucho jadear o algo por el estilo… entonces entré. ¿Estás bien, una pesadilla o algo así?

No sabía qué decir—. Um, sí, fue exactamente eso. ¿Cómo adivinaste?

—Ah sí, y qué soñaste pequeño…

—¿Podrías creer que no recuerdo? —Pasó rozando su erección, soltando un pequeño gemido que no pasó desapercibido por Bill, quien enarcó una ceja.

—¿Cómo está eso? Déjame adivinar… Un monstro de cuatro ojos quería comerte los sesos y arrancarte los ojos para tener así 6 en su cabeza y verte desangrar mejor.

—¡Sí, exactamente eso! S-Sí… —Bill sonrió victorioso y con altanería comenzó a quitarse la playera que traía puesta, dejando ver todo su torso acercándose cada vez más al pequeño que reculaba en un vago intento por evitar lo inevitable—. ¿Q-Qué haces?

—¿Sabías que a pinocho le crecía la nariz cada vez que mentía? —Tom afirmó sin despegar la vista de los ojos castaños que poco a poco le alcanzaban. Pronto sintió una presión en su miembro, lo sintió estrujarse deliciosamente haciéndole gemir—. Pues tú, mi pinocho, no te va a crecer la nariz… Te va a crecer otra cosa que justo ahora estoy tocando.

La sabana descubrió su cuerpo y sus calzoncillos fueron quitados, dejando al aire libre aquel miembro que estaba desde ya hace varios minutos erecto. La mano del moreno comenzaba a subir y a bajar lentamente mientras Tom se deshacía en jadeos sonoros. Lo estaba disfrutando.

Bill pronto invadió sus labios, besándole profundamente, con cuidado pero a la vez rudo, haciéndole perder razones. Una vez el pelinegro dejó sus labios disfrutó de la piel de su cuello y hombros, mientras que él tenía la vía libre de boca y nariz para poder suspirar y jadear conforme la mano de Bill viajaba en él.

Apretando momentáneamente, sentía presión y calidez en su pene que pronto se vio algún liquido brilloso salir de él. Se sentía cerca y podía disfrutar del pronto orgasmo que como siempre Bill le hacía llegar quisiera o no.

Dejó de sentir movimiento alguno en él. Soltó un suspiro frustrado para abrir los ojos y encontrarse con la clara escena de Bill con ojos cerrados, cuerpo sudoroso y lamiendo el largo miembro suyo, metiéndoselo a la boca y suspirando en cuanto lo tuvo dentro, con la imagen de disfrutarlo como si fuese la comida favorita o algún dulce del que le tenía muchas ganas. Probaba su sabor, apretaba deliciosamente como si quisiera sacar algún tipo de sabor en aquella carne, a veces mordía el glande o partes de su longitud. Otras metía la punta de su lengua en el pequeño orificio donde Tom no tardaba en correrse.

El pequeño rubio intentaba cerrar los ojos fuertemente y concentrarse en otra cosa para no correrse tan rápido, pero la sola idea de tener a Bill devorándole con esas ganas que siempre presentaba, verle abajo atragantándose con él y verle disfrutando tanto como él en lo que hacía le hacían empezar ver las estrellas.

Acostado como estaba, Bill comenzó a sobarse su ya duro miembro también en aquella sábana, sacándole suspiros parecidos a los de Tom. De momento los sacaba y saboreaba sus labios ante la mirada lujuriosa que le ofrecía a su pequeño que ahora mismo disfrutaba tanto como él. Varios gemidos fueron acallados por el ya chorreante pene del pequeño que recibía aquellos quejidos como una excitante vibración que le hacían perder el control.

—Ah Bill… ¡Oh sí! —sus nudillos estaban prácticamente blancos ante el esfuerzo de sus manos en las sábanas, intentando fallidamente tranquilizar aquel tremendo placer que Bill le ofrecía. Sentía sus pezones completamente erectos y el viento que se colaba y rozaba con su piel y con éstos hacía su tarea mucho más difícil.

—Oh Tommy, sabes tan jodidamente bien…

Entre minutos más o menos, Bill terminó por correrse y soltar un largo y gran gemido en el miembro del pequeño quien tampoco pudo aguantar más y en ese mismo instante terminó por correrse en la boca de Bill quien, como siempre, siguió succionándole, como queriendo exprimirle completamente, tragándose todo lo que él en ese momento le ofrecía y le excitaba aún más.

—Mmm Tommy… Esto es lo más delicioso que puedo probar. —El moreno se lamió los labios, saboreando su sabor y su esencia. El pequeño no podía quitarle la mirada—. Cada que te despiertes así, creo que te podré ayudar… Mientras tanto… ¿Vamos a tomar un poco de café?

Los repentinos cambios de su secuestrador eran abrumadores para él y se imaginaba que también para otras personas, así como se veía.

Sólo asintió y fue a limpiarse cualquier tipo de sudor o sustancia desagradable para su cuerpo. Salió y se encaminó a la cocina. Bill aún no llegaba y decidió esperarlo un poco, quizá en el salón donde su pequeño amiguito le esperaba inquieto para tener un juego matutino con él.


Pronto bajó Bill completamente cambiado y con el cabello mojado. Observándolo a lo lejos preparar el café, se dio cuenta que quizá su presencia ya comenzaba a ser algo normal para él y que… tan sólo quizá… comenzaba a acostumbrarse a ello.


OwÓ Ya le soltó el "Oh, sí" a Billo. :D 
¡Gracias por leer! :DD

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