lunes, 22 de abril de 2013

Promesa En Lluvias

Fic algo viejo. Escrito hace varios meses ya.
Espero sea de su agrado.


Pareja Principal: Bill-Original.
Género: Hetero.
Advertencias: Muerte de un personaje, Drama, Tragedia.
Finalizado:
Resumen: Muchos le decían loco que hasta incluso él creía que lo estaba. Pero lo cierto es que no, sólo veía lo que su corazón quería y deseaba y sin saberlo... cumplía su promesa.

Capítulo único.

Hace poco había salido del psiquiátrico. Después de tantos años de drogas medicinales, de terapias en donde se metían en lo más profundo de su mente, de llantos y desesperación y de pasar a un loco desquiciado y esquizofrénico, a una persona que, en lo que cabe, ya podría nombrarse como “normal”.

Pero nunca lo sería.

Ya no recordaba la mayor parte de su vida. Los médicos lo prefirieron así y únicamente podría reconocer a su cercana familia. Su infancia y un poco de adolescencia. No más. Porque desde ahí era negro… y blanco.

—Vamos Bill…—le llamaba su hermano que yacía junto a él. Encaminados a ese cercano parque—¿en qué tanto piensas?

—eh…—no respondió al instante… al recordar el hermoso rostro que se iluminaba tras aquella primera lluvia que vio desde que salió del hospital y, esa hermosa vos que le susurraba su nombre, esa mujer que… lo tranquilizaba—Lluvia…

Al escuchar eso su hermano se paralizó de cuerpo entero… Pero… ¡Es que se supone que Bill ya habría olvidado eso! Pero, se tranquilizó al pensar… que hablaba de la lluvia que, justamente ayer había regado a todo Berlin.

—sí, la lluvia de ayer estuvo fuerte… no dudo que hoy llueva de nuevo… por eso vamos al parque, cuando llueve se la pasa uno bien… ¿Lo recuerdas? —le animó—cuando éramos pequeños y jugábamos a las altas horas de la noche y de la hora que fuese, saltando de charco en charco y mojándonos hasta enfermar.

—por supuesto que sí—contestó el pelinegro con una sonrisa—fuimos, definitivamente unos chicos traviesos que, únicamente vivían el momento, dime, ¿Cómo olvidarlo?

—entonces volvamos a vivir el momento… ¡Mira vamos Bill! —lo jalaba mientras las grandes gotas de lluvia comenzaban a caer por sus cabezas—haha mira ese charco Bill… ¡al agua! —apenas alcanzó a decir antes de mojar a Bill cuando éste saltó fuertemente dentro del charco.

—¡Serás Idiota Tom! —manifestaba fingidamente enojado, pues una sonrisa de oreja a oreja florecía en su rostro—¡Mira lo que hago! —hizo lo mismo, pero mucho más fuerte y, por ende, con mejores resultados. Un empapado Tom reía a carcajada suelta.

Se divertían cual niño en parque de diversiones y disfrutaban del momento, en cuanto la lluvia se intensificó, estos, cansados estaban. Decidieron tomar un descanso.
Tom, recostado bajo un árbol para atajarse del insistente torrencial, cerró los ojos, dispuesto a descansar su cuerpo cansado y dejarse llevar, quizás, por entre los brazos de Morfeo.

Estaba cayendo en eso cuando, prontamente, escucho un crujir de hojas mojadas a su lado. Abriendo repentinamente los ojos y divisando una esbelta figura ponerse en pie y caminar directamente. Con su mirada perdida y una sonrisa sin receptor.

Su seño estaba por demás fruncido y aunque le llamara éste no hacía caso alguno. Así que al estar aproximadamente 3 metros separados, Tom decidió seguirlo sigilosamente. Quizás, haya visto algo que le llamase la atención y no querría interrupciones.

Bill llegó a un hermoso y frondoso árbol, donde se colaban las más grandes y refrescantes gotas de agua. Perdiéndose en el cuerpo inexistente que posaba frente a él.

Tom se asustó muchísimo cuando escuchó a su pequeño hermano hablar con… nadie. Dedicarle una sonrisa al vacío. Mirar con admiración y con amor algo que era invisible.
Rato después y con una expresión por demás asustada. Tom regresó a casa con un feliz Bill.

—Te digo que se ha estado comportando así. Creo que le ha afectado todo esto…—decía Tom a su progenitora—madre, me duele. Él no está bien.

—pues, cariño, dile que simplemente Lluvia no existe… es solo la imaginación de él…
—y ¿Crees que no lo he intentado? —contra-atacaba—por supuesto que sí, pero él es un necio de primera, incluso más que yo. Se enfada cuando no creemos en él… dice su típico “No estoy loco”… y después termina llorando, porque en verdad dice que la ve, que la observa y que le habla. No la ha olvidado porque cada que llueve la recuerda, la llama… como si lo que hubiera vivido fuese ocurrido ayer…



Estaba el pelinegro conduciendo su Cádillac negro a muy alta velocidad. Puesto que la mama del amor de su vida, le había informado que a ésta, ya le había llegado su hora.

Meses antes Lluvia, su novia y prometida, se había empezado a sentir por demás mal. Vómitos, mareos, nauseas, desmayos, pérdida de cabello y de apetito. Lo cual, al principio creyeron algo bueno—un embarazo—sin embargo, tal teoría se les vino abajo cuando el médico de la familia les informó que, no era otra cosa peor. Cáncer.

Esto derrumbó a ambos chicos pero, el optimismo de Lluvia hacía que viviesen el momento como lo que era. Último. Amándose tras adversidades. Tras problemas y emociones. Sólo ellos dos.

Y, apenas hace 15 minutos, Soledad, su madre, le había llamado a su adorado yerno Bill que su amada no le quedaban más que horas a lo mucho.

Ahora, él llegaba lo más que podía. Saltándose varios stop en el semáforo y arriesgando su vida misma en más de 3 ocasiones. Pero llegó al fin. Claro, acompañado de su otra mitad. 

Su hermano gemelo Tom.

Casi con la misma velocidad con la que expuso un “Hola” corrió a la habitación de su media naranja. La preocupación misma se hacía presente en su demacrado y lloroso rostro, pero debía tener compostura. Ella lo necesitaba.

—Hola Bill—saludó ella, apenas audiblemente, la debilidad la estaba matando a cada segundo—viniste…

—claro que sí pequeña—le contestó con un beso—¿Cómo dejarte sola en esto? ¿Cómo estás preciosa?

—pues, no te voy a mentir… estoy muriendo y no puedo hacer ya nada…

Aquellas palabras hicieron un gran destrozo en el corazón del moreno que, sin duda, eran las más difíciles que en su vida misma habría podido escuchar.

—no digas eso—dijo con ya latentes lágrimas en los ojos—todo estará bien…

—Bill escúchame—lo miró a los ojos, transmitiéndole todo lo que sentía en ese mismo momento, todo su sufrimiento y, sin embargo, mil veces más su amor incondicional… seguridad era la que tenía—estoy muriendo, moriré hoy o mañana, pero lo haré… no me queda mucho tiempo, aún siento como la vida se me está yendo de las manos…

No solo a Bill le lastimaban esas palabras. Un atento Tom estaba destrozándose poco a poco al presenciar tan trágica escena. Cerrando sus ojos con fortaleza para detener a las lágrimas que comenzaban a aglomerarse en sus orbes iguales a las de su gemelo.

—Bill, quiero que me mires bien y sientes cabeza en realidad… no es posible que viva, desde un principio lo mencionaron—continuó con debilidad palpable—y aunque vivíamos con la esperanza, es obvio que ahora ya no la habrá…

—no…—apenas podía articular palabra por ese nudo en su garganta.

—sí, Bill, antes que nada… quiero que… que se-sepas qu-que—su vos comenzaba a entrecortarse—que tu fuiste el ú-único amor de mi vida… siempre te amé y te amaré… gra-acias por todos esos mom-entos que pasamos juntos. Los últimos meses que reimos y estuvimos el uno para el otro… gracias

—gracias a ti mi vida… por estar conmigo y darme la oportunidad a amar…

—te amo Bill—se le salieron dos lagrimas de sus verdes orbes…

—y yo a ti mi Lluvia…

—Quiero un último de-de-deseo…—todos le pusieron la suficiente atención…

—La que pidas cariño—decía Soledad, hecha un mar de llanto…

—Quiero estar mis últimos segundos con Bill—miró al mencionado—bajo la lluvia… juntos… amándonos.

—Lo que pidas mi reina…

Todos comenzaron a besarla, a llorar y a decirle cuanto la amaban. Puesto que sabían que, como estaba, en la lluvia moriría… pero era su voluntad. Mejor así, en vez de postrarla a algo inevitable.

Al terminar un pelinegro la cargó en brazos, todo bajo la atenta vigilancia de su hermano Tom. Quien desde la ventana pudo escuchar, vivir y sentir todo. Admirar el puro amor que se tuvieron.

—Billy…—lo llamó—Billy…

—¿Qué pasó princesa? —preguntó el pelinegro, llorando y camuflageándo sus lágrimas en las enormes gotas de lluvia.

—quiero Billy… que me prometas algo—sus ojos verdes eran ocultados por sus rosados párpados.

—lo que quieras amor…

—prométeme…—tomó el rostro del pelinegro, admirando su belleza cuando ésta abrió sus ojos y los posó en la mirada de aquellos ojos marrones, cubiertos por un hermoso contorno negro. Atrayente. Su perfecto novio. Su hermoso amor. Su Bill y del que se enamoró—prométeme, que no me olvidarás… prométeme que, siempre seguirás hablando conmigo para que no me aburra… prométeme que jamás me sacarás de tu mente. Que no me dejarás.

—te prometo eso y más mi adorada Lluvia… pero, tu prométeme…—perdiéndose en su mirada, él habló con el corazón—que tampoco me abandonarás… que no me dejarás aquí solo

—lo juro mi Bill—pegaron sus frentes—cada que nuestro testigo del amor… La lluvia, se haga presente, estaré aquí… junto a ti, te vendré a ver y… tu estarás conmigo… siempre. Para siempre.

Tom, quien presenciaba tal escena con dolor en su alma, al ver un destrozado Bill… tuvo que taparse la boca, evitando ser escuchado al articular un grito sollozante. Cuando sus ojos captaron ese último beso lleno de amor, de pasión y de fuerza… fuerza que perdió ese cuerpo débil. Yendo a lo más alto del cielo. Su muerte.

Un grito desgarrador salió de la caliente y gruesa garganta de un Bill destrozado. Lágrimas bañaron su perfecto rostro al pasar de los días. Y parecía que no querían desaparecer.



Desde ese día no comía, no bebía… no salía ni hacía tal actividad. Gritaba, arañaba… tenía ataques de tristeza, de pánico y de ansiedad. Hablaba solo, cantaba para alguien inexistente y no dejaba de nombrar la Lluvia. A Lluvia.

Es por ese motivo fue que, días después… fue internado en uno de los más prestigiosos centros psiquiátricos. Ayudando a superarle esa ansiedad. Ese nerviosismo y ese dolor.
Medicamentos de todo tipo. Otros específicamente para crear una severa falta de memoria. La suficiente para olvidar esos traumas y temores que lo dañarían eternamente. Anestesias, calmantes, anestésicos, y un cuarto obscuro, solo, sin nadie. Lo hicieron olvidar. Sólo recordar hasta su adolescencia. Solo recordar a Tom.

Desde que salió… después de años internado en abandono. Parecía el mismo Bill de hace 10 años. Pero jamás sería el mismo. Porque muy en el fondo, seguía esa herida abierta. Una herida que, el siquiera estaba enterado.

Y esto lo confirmó. Pues no deja de nombrarla. De nuevo.

—estoy dispuesto a averiguar porque… el porque de nuevo. “Únicamente cree” me dijo… lo haré—concluyó con una sonrisa en los labios.

Una tarde lluviosa… de nuevo, grandes gotas refrescantes adornaban las flores que Simone cuidaba con esmero.

Un pelinegro sonriente salía como siempre que llovía y se refugiaba bajo el frondoso árbol que sobrepasaba el muro de su jardín.

Cerró los ojos y esperó por un momento. Un momento que para él se le hicieron eternos.

—Hola Billy—lo sacó de los pensamientos aquella figura femenina que, siempre se le aparecía desde que vio llover por primera vez, al salir de su “cárcel” —¿Cómo estás?

—Hola Lluvia—saludaba entusiasmado—bien, bueno, no tanto pero, supongo que es normal…

—¿Qué te afecta, mi preciado amor? —hablaba angelicalmente, tranquilizando cualquier tipo de dolor en el moreno—es físico… mental… emocional

—ellos… yo, estoy mal, aún no puedo vaciar todas esas porquerías que me dan para mantenerme “tranquilo” supongo que estoy enfermo del estómago—aquello hizo sonreír a la mujer, con algo de melancolía y tristeza en su expresión—pero, sin embargo, lo que más me duele es que mi hermano, mi gemelo no me crea que te veo a ti… se supone que debe de creerme, yo no miento… ¿Por qué lo haría?

—hay cosas que son difíciles de ver y observar… para él lo es—razonó con una sonrisa cual madre a un hijo—pero lo hará…

—eso creo…

—lo haces…

—Lluvia… ¿Quién eres y qué eres?

—mi Billy…—lo miró de nuevo con ternura—no recordarás más… puede que nada ya… pero soy tuya… tuya Bill para siempre. Viva o muerta… soy y seré eternamente tuya… cuido de ti, soy tu pasado tu presente y tu futuro… Tuya Bill, solo tuya…

—eres mi Ángel…

—sí así lo quieres ver precioso… así es…

—no me dejes—suplicó con un pucherito… a lo que Lluvia sonrió

—no lo haré, mientras llueva, mientras creas y mientras me quieras… es nuestra promesa…

—nuestra promesa—repitió Bill sin ser consciente de aquello…

—así es… sé que tu la cumples… aunque no seas consciente de aquello… se que me quieres Bill… lo siento…

—no sé qué haría sin ti Lluvia, has sido la mejor amiga que he tenido—dijo sollozando por lo bajo, al imaginarse ya no encontrarse a su amiga—sí, te quiero… aunque nadie me crea…

—lo harán… y mi niño… nunca te dejaré…

—¿lo prometes? —preguntó un esperanzado pelinegro

—lo prometo… en mi vida, en mi muerte… lo hago… porque ahora, justo ahora lo estoy cumpliendo… jamás te dejaré solo… te amo mi Billy…

Tras escuchar eso. Por fin lo entendió… sin ser consciente lo hizo. Al igual que una persona especial que se ocultaba tras ese enorme árbol. Que, con lágrimas en los ojos, por fin entendía todo lo que el amor es capaz de hacer. Que hasta las promesas se cumplen en vida y en la muerte. Si se ama de verdad.

Y es que la mayor felicidad serían esas promesas en Lluvias…


Espero les guste. 
Está algo viejo, pero tenía que subirlo.
:DPromesa en Lluvias

2 comentarios:

  1. waaaa lo ame esta genial... muy romantico y tierno asta llore

    atte: hiden

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    1. Hola, Hiden... ¡Gracias por comentar! Qué bueno que te haya gustado. La verdad es que lo escribí hace mucho, de hecho lo acabo de editar. Pero muchas gracias por tus palabras. ¡Besos!

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