sábado, 6 de julio de 2013

Empacando Fantasías - Capítulo 16

"Nuevos Lugares"



No decidió amarrarlo, tampoco quería que todas las actitudes fueran como un auténtico secuestrador, eso era lo que menos quería. Quizá porque mentalmente quería auto-convencerse que si no actuaba como un delincuente, quería decir que no lo era y jamás lo sería. Porque era cariñoso, los secuestradores no hacen eso… claro que no.

Veía de re-ojo a Tom, tan calmado como si estuviese durmiendo, tenía miedo de que alguien le detuviera por el camino hacia su destino, le preguntara mil y un cosas que no sabría cómo responder y cuando se enteraran de que era él precisamente el que todos buscaban, tuviesen esa pista más para ser encontrado.

Afortunadamente nadie irrumpió su largo viaje.

Por el contrario, a Tom en un momento dado le daban vueltas la cabeza, era como si estuviese un sismo justo en ese momento y en cualquier momento se daría un buen golpe, todavía no abría los ojos y sentía mareos muy fuertes. Mucho más cuando un dolor de cabeza le atacó al momento que intentó abrir los ojos y la intensa luz para él, cegadora, le lastimó la retina. Comenzó a quejarse.

Espero a que todo estuviese acostumbrado y abrió completamente los ojos. Ya estaba comenzando a acostumbrarse a amanecer en aquella fría habitación, después de haber soñado con el techo de su casa, en el calor de su hogar. Pero ahora eso le hizo extrañarse.
En un camino completamente verde, frondoso y de ensueño. Se asomaban palmeras, plantas enormes de un verde limón; frutos y especias de varios colores y se le antojaban, incluso sabores. Era hermoso, pero eso quedó a segundo plano entre el desconcierto en el que había despertado. Miró a su alrededor, un automóvil con cubiertas de piel, una radio que calmaba un poco la situación aterradora y el velocímetro ir a más de 80 km/h. Luego se percató en el pelinegro que tarareaba el sonido que reproducía el estéreo del coche, y sonreír apenas un poco.

—B-Bi… —Su garganta estaba seca y apenas podía articular un intento de palabra sin ser atacado por la repentina tos, presa de la picazón de la resequedad.

—Tom… ya has despertado. —Afirmó Bill al escuchar y ver rápidamente a su chico, aunque medio desorientado, pero bien—. Me alegro, porque hemos llegado.

Dos minutos más y el coche se detenía de una. Tom abrió más los ojos pero aún la luz le lastimaba, hacía lo que podía. Mientras que observaba como Bill, cual caballero, rodeaba el hermoso vehículo y abría la puerta de éste, cargándolo y llevándolo a un lugar que pronto cambió el panorama drásticamente.

Las paredes eran de un blanco hermoso, pero no puro, eran una mezcla haciendo un color hueso claro que pensó era muy bonito, la decoración era como muy prestigiosa y elaborada, con un olor dulce, como el de Bill.

Con sumo cuidado, debido a las características del cuerpo flacucho del pelinegro, cargó a Tom y le subió a la habitación que había en la segunda planta, junto a la suya. Costándole un trabajo sobrehumano logró girar la perilla de dicho cuarto y se adentró cayéndole 3 perlas de sudor en el maquillado rostro, dejando a Tom sobre la mullida cama, aún cuando éste comenzaba a protestar un poco.

—¿Dónde estoy? —Se exaltó Tom. Todavía estaba un poco débil entre los brazos de Bill, estupefacto con cada cosa que veía porque… vamos, se veía que estaban lejos (lo cual no quería creer) y era un lugar completamente nuevo y no lo sabía interpretar.

Bill pareció dudar, pero era mejor decirlo a tenerlo engañado, lo sabía de sobra.

—Bueno, nos hemos mudado por un tiempo, Tommy. Es una casa que pude comprarme hace algún tiempo con un dinero que obtuve de una beca… es mi tesoro. Hössbalt… algo retirado de todo, más bien mucho. ¿Te gusta la casa?

El pequeño abrió los ojos como si fuesen dos platos sobre su rostro, comenzó a temblar y su cabeza intentar digerir la información que su secuestrador le dio de sopetón.

Se habían ido de la anterior casa de Bill, se habían ido de la ciudad… a una que no tenía ni la más puta idea dónde se encontraba. ¿Qué hacer? ¿Perder esperanzas? Comenzaba a creer que tenía que ser así.

—No… ¿Volveremos? —preguntó con la mirada perdida. Un apretujón le dio a Bill… ¿Tanto sufría? Pero no podía arriesgase.

—Lo lamento pequeño… —Bajó él mismo su mirada, sintiéndose ¿Miserable? Quizá—. Pero es necesario… Te… Te prometo que para ti, todo estará bien.


«Te lo prometo» 


Hasta que por fin vine a actualizar este fiction. *ww* Gracias por su espera.
¡Gracias por leer! 

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