"Planes Desesperados II"
El transparente líquido se vertía con dificultad dado su
alto grado de nerviosismo y el tiriteo de sus extremidades que poco podía
controlar. Sesiones de 5 respiraciones seguidas tres por tres poco le estaban
sirviendo, aunque trataba de auto-convencerse de que si no se calmaba, bien podría comenzar a llorarle a Georg y
poner cara de estúpido a sus padres (los cuales no veía casi cerca de un año)
porque le pagasen un buen abogado que le aminorara los años de cárcel por
secuestro de menores.
Por las circunstancias, su misión imposible que constaba
de servir tranquilamente agua en vasos de vidrio medianos y que por poco pensó
en desistir, terminó con éxito. Echó su cabeza hacia atrás tratando de acaparar
todo el aire posible y llenar sus pulmones hasta reventarlos. Cuando era
pequeño, cada que se sentía nervioso (y hasta la fecha) tomaba aire y lo almacenaba
casi hasta que su piel tomase un pigmento morado o verde, y poco a poco lo
soltaba y se concentraba en lo que debía hacer, ese no iba a ser la excepción.
Tomó la charola y se encaminó hasta la sala donde los
agentes le esperaban tras su «Siéntanse cómodos, voy por agua que seguro han de
estar sedientos con este calor endemoniado», sentados y conversando un poco de
aquello de lo cual le iban a interrogar.
—Bien, aquí están sus bebidas. Perdonen si no les doy
soda, pero deduzco que para este bochorno que al menos yo siento, es mejor un
refrescante vaso de agua. Aunque si prefieren otra cosa… —Comenzó a vociferar
una y otra y otra vez, signo de nerviosismo que con mucha suerte, no se dieron
cuenta.
—Oh no, no te preocupes muchacho, me conformo con esto —Sonrió
un policía que bebía gustoso de aquel vaso, casi como si su vida dependiese de
ello. Bill agradecía todo aquello.
—Bien… estamos aquí porque…
—El chico se extravió, ¿No es así? —Se animó a
preguntar, con toda la calma que pudo guardar, viéndolos asentir—. Sí, vi el
anuncio que han puesto por todas la ciudad, o bueno… al menos por donde pasé o
he estado.
—¿Puedo preguntar dónde has estado? Si no es
indiscreción, claro —«¡Sí, viejo entrometido, pero ya que lo mencionas, he
estado con cierto chiquillo que tú buscas y que, qué casualidad, yo lo tengo!».
Pensó mientras se estremecía discretamente, gracias al cielo.
—¡Claro que no! Lo que pasa es que hace unos días que
salí de vacaciones de la universidad y hemos estado celebrando mis amigos y yo
nuestra, al fin, libertad cerebral —Para su fortuna, todos soltaron una pequeña
risa—. Entonces en uno de esas salidas mi coche se descompuso tras un percance
con otro carro y tuve que dejarlo con un mecánico y apenas hace dos días lo
recogí. Viniendo y en varios lugares he visto ese papelito donde se pone que lo
buscan o si no lo han visto.
—Así es, se extravió hace… hará ocho días —Bill
asintió—. Hemos estado investigando, muchacho. Y apenas ayer estuvimos en el
“SuperMarkStar” ya sabes, a cinco cuadras de aquí. Y un empleado nos dijo que
antes de su desaparición, por ahí de las 8:00 – 8:30 pm estuvo contigo, según
su declaración, ayudándote en las compras.
El moreno se mordió el labio a modo de que nadie se
percatara realmente de eso, tomó aire y como si nada, continuó—: Así es. Hace
ocho días aproximadamente fui a hacer mi compra mensual al super y, como le
dije, mi coche estaba descompuesto en el taller así que tenía que venir de pie
con las bolsas, que aunque no fuese mucho trayecto, eran demasiadas compras.
La mayoría estaba atenta a lo que decía, poniéndolo más
nervioso aún, pero se controló. Otro estaba escribiendo palabra por palabra a
lo que decía—. Muy bien, prosigue por favor, necesitamos oír tu versión y tomar
la declaración correspondiente. No es por nada ni queremos ofender, ese no es
nuestro cometido muchacho, pero comprende que en una situación similar… todos
son sospechosos.
—Comprendo —Asintió lentamente, mirando a todos allí,
procurando hacer todo aquello contrario a lo que un día leyó acerca de “cómo
saber si miente”. Agradecía estar ese día aburrido y leerlo por completo—.
Bueno, ese día había recibido dinero de mis padres y al darme cuenta que
faltaban cosas en la despensa me dirigí al super a comprarlas. Fue mucho y,
repito, no funcionaba el coche y al no ser un pulpo, no podía llevarme toda la
mercancía porque era mucho. Así que le dije al pequeño empacador que estaba en
aquella caja si me podía ayudar a traerlas a mi casa, le dije que no estaba muy
lejos, tan sólo a cinco cuadras.
«Estaba por irse, por lo que inevitablemente escuché y
me dijo que como no estaba muy lejos, no había problema en hacerlo. Así que
tomó varias bolsas y me acompañó hasta acá, a mi casa. Le invité a pasar para
que dejara la compra aquí en la sala y le ofrecí un vaso de agua igual, dándole
por último 20 euros por haberme ayudado y acompañado hasta acá. —Frunció el
seño y mordió sus mejillas internamente, ahora venía lo bueno y rogaba porque
le creyesen—. Acabó su agua y me dijo que estaba muy sediento, que muchas gracias
y que tenía que irse, su madre lo esperaba y quizá estaría preocupada, que
muchas gracias por el dinero ya que lo necesitaba.
«Me despedí de él, agradeciéndole y me atreví a
preguntarle si se iría solo, me dijo que sí, que no estaba muy lejos su casa, a
tan sólo unas cuadras en sentido contrario, que muchas veces había recorrido lo
mismo y que siempre se iba solo. Me ofrecí a acompañarle pero me dijo que no
era necesario, siempre se iba solo y no temía, aún no estaba lo suficientemente
oscuro y con un “gracias” se despidió. Se fue a paso rápido y de ahí no supe
nada más.
Todo estaba en silencio y muchos pares de ojos no le
quitaban la mirada, examinando sus movimientos y sus gestos. Con mucho valor
miró a los ojos detenidamente a cada uno con una mirada que no transmitía otra
cosa que no fuese algo como «¿Algo más, caballeros?» y sonrió gentilmente,
manteniéndose estático y tranquilo.
—Muy bien… dime ¿Bill, cierto? —preguntó un detective.
—Así es. Bill Kaulitz, señor.
—Okay, entonces dígame joven Kaulitz, ¿Conocía al menor?
Suspiró, más tranquilo—. Sí y no.
—Puede ser más explícito ¿Por favor? —pidió de nuevo con
el ceño fruncido.
—Verá, no lo conocía dado que no le hablaba en lo más
mínimo. Pero iba regularmente al super a traer alimentos o cosas parecidas y le
veía usualmente empacando las compras, varias veces me empacó las mías y le
pillé hablando con el encargado de la caja, de ahí que supiera solamente su
nombre: Tom.
—¿No intentó hablarle?
—Tuve varias oportunidades, pero el único trato que
llegué a tener con él fue un “Toma y Gracias” después de darle unas cuantas
monedas. No le conocía de nada ni él a mí, hasta ese día en que me hizo favor
de acompañarme y hablamos un poco más, pero hasta ahí.
—Muy bien, sólo me queda una última cosa por preguntarle,
joven Kaulitz.
Suspiró un tanto más aliviado—. Dígame señor.
—¿No vio algún comportamiento sospechoso tanto del menor
antes de irse de aquí como de otro vecino que indique algún posible sospechoso?
—Honestamente no. Sólo me dijo que tenía prisa por llegar
a su casa y se fue corriendo en esa dirección —Apuntó con su brazo izquierdo la
dirección contraria a la que estaba su casa. ¿Cómo lo sabía? Un día perdió los
estribos y se dignó a seguirlo con la escusa de caminar un poco.
—Eso sería todo. Perdón por las molestias chico. Muchas
gracias por todo.
—De nada, y qué bueno que vinieron hoy, pasado mañana
estoy por ir de visita con mis padres. Una suerte que fuese hoy.
Observó cómo se paraban de la nada, con sus entrecejos
acentuándose y mirándole. Temió.
—¿Planeas salir?
—Así es. Hace como 2 años que no veo a mi madre y tengo
que ir para allá. ¿Algún problema, oficial?
—No ninguno, me pareció extraño. La verdad es que haces
bien en informarnos muchacho, ya que si viniésemos después y no te hubiésemos
encontrado, bien podrías pasar como un fugitivo que huye o algo por el estilo…
Abrió grandemente los ojos—. ¿¡Ah!?
El oficial se carcajeó—. Tranquilo muchacho, nada
pasará, sólo decía. —Palmeó su espalda—. Gracias por tu declaración. Lamentamos
haberte molestado…
—No es ninguna molestia, ese niño se veía muy indefenso
e inocente, espero que logren encontrarlo pronto. Me cayó bien, se ve que es
agradable… es una lástima.
—¡Qué si no lo es, chico! Esperamos lo mismo…
honestamente estamos cansados de todo esto… siempre es lo mismo, pero bueno,
tenía que querer ser policía ¿No? Ahora toca joderme. ¡Qué te la pases bien con
tu familia! Esperamos no volver a verte, al menos que no sea porque haces algún
delito.
—Descuide, eso no pasará.
—Bueno, ahora sí… adiós, muchacho.
—Adiós, oficial.
Con una sonrisa los despidió, viéndoles alejarse para ya
no volver jamás. Se había librado de ellos.
Su sonrisa desapareció al cerrar la puerta, caer de
espaldas y comenzar a llorar todo lo que no pudo. Esperaba que algún día
pudiese perdonarle.
Es que ahora le necesitaba.
*Se echa un suspiro de alivio* No lo atraparon :DD Resultó buen actor.
¡Un oscar para Billo, por favor! ><' ¡Gracias por leer!
¡Nos vemos! :DD
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