sábado, 6 de julio de 2013

Empacando Fantasías - Capítulo 19

"Planes Desesperados I"


Jamás le había durado tan poco, quizá fuese culpa de la señora que vendía comida rápida en la esquina, o quizá en todo caso el hambre de león que le dio hace dos días. Dado que una terrible indigestión le obligó a estar casi todo el día anterior y parte de ese en el sanitario, ahora estaba por elegir el mejor papel higiénico entre los dos paquetes que tenía enfrente. Era un infierno y jamás saldría de sus labios, tanto así que juraba comer sanamente a partir de ahora.

Un tanto de verduras y frutas frescas para pasar la semana y un pote de helado para compensar la comida de conejo que llevaba y el resentido estómago que le quedó. Y ni diez minutos más tardó aquello.

En verdad que jamás entendería a las viejitas que, así con esas pintas de pasitas secas, podían pasar horas escogiendo cosas y media y parar el tráfico en las cajas del supermercado. Bufó y rodó los ojos, era algo típico y tendría, como siempre, que esperar.

Paseo sus ojos por todos lados, descubriendo varios chicles pegados en lugares donde nadie se percataba y rayones típicos de pandilleros, entonces se percató de algo… Una hojita típica de extraviados pero le llamó la atención aquella angelical carita y más el niño que estaba ahí. Era Tom.

Le conocía porque como siempre su pelinegro amigo le había dicho desde meses atrás (podría decir que años, pero no estaba seguro), de las imaginativas fantasías que el pelinegro experimentaba con aquel chiquillo. Le iba a ver todos los días, pero jamás le habló. Y ahora le habían secuestrado, o extraviado, o algo así pero no aparecía.

—¿Es todo, señor? ¿Desea una recarga a su móvil? —preguntó la chica que atendía, completamente aburrida, según su rostro.

—Oh, no gracias. Y sí, es todo —Le sonrió. Unos señores salían de una oficina, parándose a unos cuantos pasos de él.

No que fuera chismoso o entrometido, pero tampoco podía negar que era “interesante”, sin mencionar que no podía evitar entender lo que escuchaba.

—¡Le digo que sí! Alto, pelinegro, ojos delineados perfectamente, delgado y con pintas góticas. Dijo que vivía a unas cinco cuadras… eso es todo.

—Muy bien, tendremos que ver quién es. Nos has servido de mucha ayuda.

Abrió grandemente los ojos. No era tonto, ¿Cuántos chicos de pintas punk vivían a 5 cuadras a la redonda que no fuese Bill? Y para colmo, un oficial le buscaba.

Con ese pensamiento regresó meditabundo a su casa.

~

—¡¿Dónde estás?! —Estaba seguro que agradecía a los reflejos naturales de su cuerpo sobre cualquier reacción agresiva ante éste, pues si no fuese así y no se hubiese alejado el celular a tiempo, el oído le hubiese reventado de una.

—¡Diablos Georg, baja la voz que casi me rompes la oreja! —Suspiró—. Tuve que salir de emergencia ¿Vale? ¿A qué viene todo esto?

—¿Te enteraste que tu pequeña fantasía sexual está secuestrado? —Un frío le recorrió de arriba hasta abajo sin olvidarse del más recóndito lugar que hubiese.

—S-Sí, qué con eso —Intentó sonar normal, aún así titubear fuera en ese momento lo único que le saliese.

—Bueno, no sé, pero están investigando a fondo. Hoy fui al super y sin querer me enteré que tú fuiste el último chico con el que estuvo antes de salir de su trabajo, es decir, antes que desapareciera.

Mierda.

—¿A-Ah sí? ¡I-Irónico! ¿No? … —Rogaba a los más altos cielos que su amigo no se percatase de su voz, y por lo que suspiró, no fue así.

—Pues sí, y todo por eso te están buscando… ya sabes, para descartar que seas tú y tomar tu declaración o algo así, supongo…

—¿Cuándo fue eso?

—Oh, acabo de llegar. Oye Bill, tengo que dejarte porque tengo que hacer algo, importante y…

—Deja Geo, no te preocupes y gracias —Oyó un intento de “No hay problema” tan lejano que creyó imaginarlo, aún así lo más importante rondaba ahora una y otra vez en su cabeza… le buscaban… ¡A él!

~

—Entonces… ¿Te vas? ¿Me vas a dejar aquí? —Tom frunció el ceño. Era algo injusto que Bill fuera a no sé dónde y él se quedara, como le dijo Bill, encerrado y sin comunicación.

—Sí pero no porque en verdad quiera, necesito ir. Además volveré lo más pronto posible, no te pienso dejar solo tanto tiempo aquí.

Haciendo un mohín, aceptó a regañadientes—. ¿Tengo opción? Creo que no, así que para qué me informas.

—Porque te tengo confianza, no lo olvides. —Guiñó un ojo en modo coqueto y se apresuró a hacer maletas.

En realidad sólo era una miserable mochilita para unos 2 días máximo, acomodándola en la cajuela y regresando por un camino que había recorrido muchas veces a lo largo de todos esos años (dos para ser exactos) llegando hasta su departamento.

Entró sigilosamente, encontrando todo como si nunca hubiese pasado nada. Echándose una gran siesta y comenzando a acomodar y a tirar las cosas que ya no servían al día siguiente. Tenía que visitar a Georg para que le informara todo exactamente.

Comía amenamente viendo un programa bastante cómico cuando alguien tocó el timbre.

—¿Sí? —preguntó una vez la puerta abierta.

—Buenas tardes, somos investigadores policiales y queremos hacerle unas preguntas relacionadas a la recién desaparición de Thomas Trümper.

Un sudor frío comenzó a emanar de sus poros, eran los jodidos policías y ya le habían encontrado. Tragó saliva y controlado los miró.


—Pasen —Inventando una falta sonrisa, los guió hasta la sala. Esperaba y todo saliera bien.


¡Gracias por leer! :DD

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