sábado, 27 de abril de 2013

Broken Puppé - Capítulo 3


Traigo el capítlo 3 de esta historia
espero les guste, es un poco... "fuerte",
aunque creo no clasificar esto así.
Otro poco más del "Lindo" Muñeco Bill.



Capítulo 3


Una vez salió de ducharse, ya con el pijama puesto, se metió a la cama dispuesto a dormir.

—Supongo que, no te importaría dormir conmigo amiguito —habló al pequeño muñeco que seguía en la misma posición en la que lo había dejado—. Usualmente yo no duermo con mis juguetes, solo con el Sr. Teddy —explicó, enseñándole un pequeño osito color café—. Pero, supongo que contigo puedo hacer una excepción ¿Quieres?

Sin esperar respuesta lo tomó entre sus manitas y lo acomodó a un costado de su cama, haciéndole espacio y tapándolo cual bebé. Después, tomó al pequeño Sr. Teddy y lo abrazó con mucha efusividad, para así quedar dormido.

Pasaron largos minutos en los que la respiración del pequeño niño se escuchaban suaves y acompasadas, símbolo de que estaba profundamente dormido.

Esto no lo pasó por alto el pequeño muñeco, que al percatarse de que estaba profundamente dormido, se despidió de la inmovilidad de la que estaba preso. Su cabecita se volteó hacia donde estaba su ahora dueño, viéndolo dormir profundamente abrazado a su pequeño osito, como si de él dependiese su vida.

—¿Por qué lo abrazas, Tom? —se preguntó el juguete, extrañado y profundamente enojado. Celoso—. A quien tienes que abrazar y querer así es a mí, que por eso eres mío.
Esperó por largos minutos, incluso horas. Con sus pequeños ojos rojos aún más vivos que la propia lava, presa de la furia. No podía quitar la vista de aquello que tenía enfrente. Tan repugnante para él. Nadie ocuparía el lugar que a él le pertenecía… nunca.

Su furia llegó a lo máximo, levantándose y tomando al pequeño osito, alejándolo de Tom, que se removió ante esa extraña intromisión y comenzó a buscar su pequeño oso con desesperación, entre sueños.

—Suficiente, esto es suficiente… Nadie estará en brazos de Tommy si no soy yo, absolutamente nadie. —Terminó por jalarlo, con un tremendo esfuerzo a comparación de su complexidad con el del oso.

Lo bajó y lo sacó de la casa, llevándolo al pequeño jardín que con trabajo encontró. Con sus pequeñas manitas y tras unos arbustos, clavó con facilidad sus deditos en el delgado cuello del oso para después aplicar más fuerza y arrancarle la cabeza. Despedazando después su cuerpo y enterrándolo en un pequeño hoyo que en las acciones abrió.

Lo enterró, quedando completamente polvoriento,  pero feliz. Ya no habría quién durmiese con Tom que no fuese él. Y si alguien se interponía, gustoso hacía lo mismo las veces que fuesen necesarias.

Regresó a la habitación, cual camino ya lo tenía de memoria y entró, después de haberse limpiado sus ropitas muy bien, y volvió a la cama con Tom, quien buscaba con ansias alguien o algo qué abrazar. Poniéndose el muñequito gustoso para que lo llenase de su calor y de su amor.

~*~

—¡Deja de hacer tanto ruido, Tom! —gritó su madre desde la planta baja. Hacía demasiado ruido, tanto que desde la planta baja se podía escuchar muy bien todo aquello que su hijo intentaba hacer.

—Lo siento madre —Apareció en la cocina, justo donde Simonne estaba para preparar su desayuno diario—. Ya estoy listo pero, es que… desperté y no encuentro al Sr. Teddy por ningún lado. Ya lo he buscado y no lo encuentro.

—Ya no sabes ni donde dejas las cosas Tom. Por eso te digo que seas ordenado —regañó su madre.

—¡Soy ordenado, madre! Ayer me dormí abrazado a mi oso, y esta mañana desperté abrazado de mi nuevo muñeco. Eso es raro, yo nunca suelto a Teddy. Incluso a él jamás lo dejo en otro lado que no salga de mi vista y lo sabes.

—Le das mucha importancia a un simple peluche.

—¿Qué querías? Me lo has regalado tú desde que tengo memoria. Es muy especial para mí, y no lo encuentro.

—Tommy, yo no lo he visto mi amor, supongo que desapareció o no sé. No te aflijas, pronto te podré regalar otro.

—Pero mamá —el pequeño se entristeció—, yo le tenía mucho cario a ese osito. No es justo.

—No todo en esta vida es justo Tommy. Anda, que el Sr. Teddy no te quite el sueño, ya aparecerá. —dio por terminado el tema, iniciando otro para ella, más importante—. Ahora ven, tienes que desayunar antes de ir al colegio ¿Ya has puesto tus cosas? —le vio asentir en silencio—, vamos, cambia esa cara, y come, que necesitas energías.

—Tienes razón. Gracias mami.
Comió en silencio, tratando de recordar dónde pudiese estar su pequeño oso. Pues él se había acostado con aquel juguete desde bebé y nunca le había pasado… ¿Dónde estaría? Y eso rondaba su cabeza, sin saber que yacía degollado y enterrado en su jardín trasero.


Por otro lado, en la habitación solitaria, divagaba un sonriente muñequito.

—Tengo que conocerte mucho más mi amor. Así tu también de mí… —Sostenía un pequeño porta-retratos, de aquellos pequeños que se amoldaban a cualquier fotografía infantil—. Dime bebé ¿Qué clase de relación somos si no sabes nada de mí? Siquiera sabes mi nombre, Tommy. Eso se tiene que arreglar.

Volvió a dejar la fotografía en su lugar y acomodó mejor su chambrita, para así dejar un poco al descubierto su espaldita, invitando a verla y así, dar a conocer su nombre.

Escuchó pasos en las escaleras, y se apresuró a esconderse en la mochila que momentos antes, había visto a Tom hacer, comprendiendo que iría al colegio.

Una vez hecho eso, solo esperó, sintiendo como todo se movía hasta que pronto se detuvo, después de largos y largos minutos.

Un pequeño hoyuelo se asomaba al no tener el zipper de su mochila del todo bajo, permitiéndole al juguete ver por éste.

En definitiva estaba en el colegio.

«Como se podrán dar cuenta, jóvenes, el Romanticismo fue un gran carácter literario que poco a poco buscó dejar atrás al Neoclasicismo histórico; un ejemplo de éste se podrán dar cuenta en la lectura que acabamos de realizar… ¿Pueden darme un ejemplo del reemplazo de un carácter literario a otro?» —Viró sus ojitos rojos. Eso era realmente aburrido y por lo que pudo ver, la hermosa carita de su amado también mostraba el aburrimiento. Sin embargo, pudo haber participado, aunque adivinó que fue más por obligación que por querer—. «¡Tom Kaulitz! Deje de estar hablando y haga algo de provecho mejor, haber, dígame alguna característica de la lectura que, espero, usted también haya realizado… ¿Cómo se llama y quién es su autor?» —Un mierda había respondido él, sintiendo el miedo de ser castigado y de no saber nada. Se enojó demasiado con el profesor y de nuevo la ira se hacía presente en sus rojos ojos… ¿Quién mierda era ese jodido profesor como para regañar y ridiculizar a su pequeño Tommy? Eso lo pagaría y caro.

«Bueno, se llama: Ojos verdes, escrita por Gustavo Adolfo Becquer y resalta emmn, bueno, algo místico y romántico, criaturas fantásticas y demonios. Bueno, algo típico del ¿Cómo? A sí, romanticismo y pues, éste a su vez dice que: Solo la belleza es la verdad»—Había contestado heroicamente a su pregunta evadiendo otras y dándole el coraje suficiente al maestro como para que ya no le molestase.
Pero eso no había sido suficiente para el muñeco, que se guardó sus ideas para después.


¿Tramará algo? 
;) gracias por leer :'D

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