Fic Nuevo aquí, terminado y publicado.
Pareja principal: Bill-Tom
Género: Slash
Advertencias: General, Muerte de un personaje, Palabras mal sonantes, Violencia Física.
Finalizado: Sí
Resumen: Bill; precioso muñeco que se fijó en un pequeño niño, tan tierno y tan inocente, que se juró conseguirlo costara lo que costara...
"Eres mío Tom... sólo mío"
Capítulo 1
Toda su vida, desde hace 10 años que estaba
ahí, viviendo en un pequeño pueblo alejado de la civilización.
No le importaba, vivía feliz desde chico, en
una de las mejores casas… con su familia: padre y madre, los cuales, ambos le
querían bastante.
Era hijo único, y eso le encantaba. Amaba
tener toda la atención centrada en él y siempre lo conseguía al ser el menor.
Solía pasear, siempre sus hermosas rastas se
volaban por el viento haciéndole cosquillas en su cuello, una de las
sensaciones que más amaba.
Un camino que bien conocía desde pequeño,
caminaba despacio con una sonrisa en sus labios y los ojos completamente
cerrados. Cada piedra, cada hoja y cada árbol se lo sabía de memoria y
disfrutaba rememorarlos cada día. Eran parte de su vida.
Al finalizar la tarde volvió, tenía que
prepararse puesto que al día siguiente era una de sus fechas favoritas. ¡Día de
muertos!
Como cada año, su pequeño pueblo siempre
hacía fiestas para celebrar aquellas fechas, y los niños podían ir a pedir sus
suculentos dulces que con buena excusa podían devorar en minutos.
—¡Mamá! Hoy… bueno, este año quiero vestirme
de zombie —decía el pequeño rastudo emocionado, pidiéndole a su madre cumplir
su infantil capricho.
—Tom amor, ¿Por qué no mejor de diablito?
—sugirió Simonne, su madre.
—No, eso fue el año pasado y ya no quiero
ser confundido con un muerto sin piel…
—Pero Tom, si una persona no tiene piel,
serían los músculos llenos de sangre y eso es se rojo.
—Por eso, hoy quiero ser zombie. —dijo
autoritario.
Su madre sonrió con resignación y ternura
ante la pequeña petición de su hijo y decidió que se vería muy mono vestido de
aquel ente que por obvias razones no existían.
—Tráeme una muda de ropa que ya no ocupes
Tom, pero lo digo en serio —le mandó con el dedo índice moviéndose frente a su
rostro— no quiero que me traigas como la otra vez el atuendo nuevo que te
compramos y que tan bonito que estaba se echó a perder.
—Sí madre.
—¿Qué he dicho?
—Que te traiga una muda de ropa vieja que no
ocupe, que ni se me ocurra traer algo que recién tengo.
—Vale, apúrate. Aún tengo que ser creativa
con tu disfraz Tom.
—Ya bajo.
Subió deprisa a su alcoba, emocionado porque
su madre le haría su disfraz de zombie que tanto quería.
Tomó una camisa a cuadros que le quedaba
absolutamente enorme. Claro que así era su atuendo diario, dos o tres tallas
más grandes pero eso era como 5. Aún así se la llevó.
Unos vaqueros que nunca usó, viejos y rotos.
Y una pequeña camisa sin manga delgada. Bajó corriendo con su madre.
La dejó haciendo su labor, agradeciéndole
mentalmente aquel gesto que siempre hacía con él. Le cocía con cariño sus
atuendos y disfraces, tan creativos y con mucho amor.
Era de día, su atuendo perfecto había
quedado.
—Solo falta un poco de maquillaje Tom, ven
que ahora te lo pongo.
—Solo es cuestión de hacer parecer golpes
mamá.
—Si quieres te ayudo con eso. —Bromeó
Simonne y sonrió al ver la cara de su pequeño—. Anda, que no tenemos todo el
día, tu padre ha estado ahí todo el día ayudando a los preparativos de la
fiesta y debo ir a ayudarle.
—Sí, ahora quedé de verme con Andreas, Georg
y Gustav.
—Entonces ve cariño, no te quiero tarde y
por favor no vallas tan lejos.
—Supongo que iré a donde siempre, es un
lugar tranquilo.
—Solo cuídate Bebé.
—Sí mamá.
Salió de casa con una sonrisa después de
haberse puesto un poco de maquillaje para así poder hacer más creíble el
disfraz.
Sus amigos ya lo esperaban, elogiándolo por
el creativo vestuario que su madre le había creado. Agradeciéndoles al
instante.
—Bueno, vamos… ¿A dónde van? —preguntó
Tom, al ver que sus amigos tomaban la dirección contraria a la que se le tenía
planeado.
—¿No tienes curiosidad Tom? —comenzó Gustav—
por éste camino casi nadie ha pasado, y ahora que es noche de brujas, bueno…
sería interesante.
—Además estamos todos acompañados… para mí
eso es suficiente.
—Para mí también —secundó el rubio Andreas
seguido de Georg.
—Vamos entonces. —se rindió varios minutos
después, siguiendo a sus amigos.
Para ser honesto se había divertido. Sus
amigos le sacaban varias carcajadas después de los mortales sustos que le
daban. Era memorable.
—Estoy cansado —habló— adelántense, ahora
los alcanso.
—No tardes Tom.
Negó y se quedó apoyado en el suelo donde
estaba. Percatándose de una pequeña manita que salía de la tierra.
Un pequeño dedito huesudo que no dudó en
tomar.
Un escalofrío le recorrió la espalda a la
vez que un miedo inundaba su sistema.
Valiente. Lo sacó.
Un muñeco feo y mugroso, con el cabello
alborotado y negro, las facciones muy marcadas y los ojos rojos. Las ropas
desgastadas y un muy mal aspecto.
—Pobresillo, seguramente alguien te abandonó
aquí. Ven conmigo, yo te cuidaré.
Lo protegió, lo guardó en sus ropas y
alcanzó a sus amigos.
No percatándose de la sonrisa que aquel
muñeco dibujaba en sus cosidos labios.
Quieren lo leyeron, lo subo aquí.
Quienes no, espero les guste.
Un beso :)
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