viernes, 19 de abril de 2013

Broken Puppé

Fic Nuevo aquí, terminado y publicado.


Pareja principal: Bill-Tom
Género: Slash
Advertencias: General, Muerte de un personaje, Palabras mal sonantes, Violencia Física.
Finalizado:
Resumen: Bill; precioso muñeco que se fijó en un pequeño niño, tan tierno y tan inocente, que se juró conseguirlo costara lo que costara...
"Eres mío Tom... sólo mío"



Capítulo 1

Toda su vida, desde hace 10 años que estaba ahí, viviendo en un pequeño pueblo alejado de la civilización.

No le importaba, vivía feliz desde chico, en una de las mejores casas… con su familia: padre y madre, los cuales, ambos le querían bastante.
Era hijo único, y eso le encantaba. Amaba tener toda la atención centrada en él y siempre lo conseguía al ser el menor.

Solía pasear, siempre sus hermosas rastas se volaban por el viento haciéndole cosquillas en su cuello, una de las sensaciones que más amaba.
Un camino que bien conocía desde pequeño, caminaba despacio con una sonrisa en sus labios y los ojos completamente cerrados. Cada piedra, cada hoja y cada árbol se lo sabía de memoria y disfrutaba rememorarlos cada día. Eran parte de su vida.

Al finalizar la tarde volvió, tenía que prepararse puesto que al día siguiente era una de sus fechas favoritas. ¡Día de muertos!

Como cada año, su pequeño pueblo siempre hacía fiestas para celebrar aquellas fechas, y los niños podían ir a pedir sus suculentos dulces que con buena excusa podían devorar en minutos.

—¡Mamá! Hoy… bueno, este año quiero vestirme de zombie —decía el pequeño rastudo emocionado, pidiéndole a su madre cumplir su infantil capricho.

—Tom amor, ¿Por qué no mejor de diablito? —sugirió Simonne, su madre.
—No, eso fue el año pasado y ya no quiero ser confundido con un muerto sin piel…

—Pero Tom, si una persona no tiene piel, serían los músculos llenos de sangre y eso es se rojo.

—Por eso, hoy quiero ser zombie. —dijo autoritario.

Su madre sonrió con resignación y ternura ante la pequeña petición de su hijo y decidió que se vería muy mono vestido de aquel ente que por obvias razones no existían.

—Tráeme una muda de ropa que ya no ocupes Tom, pero lo digo en serio —le mandó con el dedo índice moviéndose frente a su rostro— no quiero que me traigas como la otra vez el atuendo nuevo que te compramos y que tan bonito que estaba se echó a perder.

—Sí madre.

—¿Qué he dicho?

—Que te traiga una muda de ropa vieja que no ocupe, que ni se me ocurra traer algo que recién tengo.

—Vale, apúrate. Aún tengo que ser creativa con tu disfraz Tom.

—Ya bajo.

Subió deprisa a su alcoba, emocionado porque su madre le haría su disfraz de zombie que tanto quería.
Tomó una camisa a cuadros que le quedaba absolutamente enorme. Claro que así era su atuendo diario, dos o tres tallas más grandes pero eso era como 5. Aún así se la llevó.
Unos vaqueros que nunca usó, viejos y rotos. Y una pequeña camisa sin manga delgada. Bajó corriendo con su madre.

La dejó haciendo su labor, agradeciéndole mentalmente aquel gesto que siempre hacía con él. Le cocía con cariño sus atuendos y disfraces, tan creativos y con mucho amor.

Era de día, su atuendo perfecto había quedado.

—Solo falta un poco de maquillaje Tom, ven que ahora te lo pongo.

—Solo es cuestión de hacer parecer golpes mamá.

—Si quieres te ayudo con eso. —Bromeó Simonne y sonrió al ver la cara de su pequeño—. Anda, que no tenemos todo el día, tu padre ha estado ahí todo el día ayudando a los preparativos de la fiesta y debo ir a ayudarle.

—Sí, ahora quedé de verme con Andreas, Georg y Gustav.

—Entonces ve cariño, no te quiero tarde y por favor no vallas tan lejos.

—Supongo que iré a donde siempre, es un lugar tranquilo.

—Solo cuídate Bebé.

—Sí mamá.

Salió de casa con una sonrisa después de haberse puesto un poco de maquillaje para así poder hacer más creíble el disfraz.
Sus amigos ya lo esperaban, elogiándolo por el creativo vestuario que su madre le había creado. Agradeciéndoles al instante.

—Bueno, vamos… ¿A dónde van? —preguntó Tom, al ver que sus amigos tomaban la dirección contraria a la que se le tenía planeado.

—¿No tienes curiosidad Tom? —comenzó Gustav— por éste camino casi nadie ha pasado, y ahora que es noche de brujas, bueno… sería interesante.

—Además estamos todos acompañados… para mí eso es suficiente.

—Para mí también —secundó el rubio Andreas seguido de Georg.

—Vamos entonces. —se rindió varios minutos después, siguiendo a sus amigos.

Para ser honesto se había divertido. Sus amigos le sacaban varias carcajadas después de los mortales sustos que le daban. Era memorable.

—Estoy cansado —habló— adelántense, ahora los alcanso.

—No tardes Tom.

Negó y se quedó apoyado en el suelo donde estaba. Percatándose de una pequeña manita que salía de la tierra.

Un pequeño dedito huesudo que no dudó en tomar.

Un escalofrío le recorrió la espalda a la vez que un miedo inundaba su sistema.

Valiente. Lo sacó.

Un muñeco feo y mugroso, con el cabello alborotado y negro, las facciones muy marcadas y los ojos rojos. Las ropas desgastadas y un muy mal aspecto.

—Pobresillo, seguramente alguien te abandonó aquí. Ven conmigo, yo te cuidaré.

Lo protegió, lo guardó en sus ropas y alcanzó a sus amigos.

No percatándose de la sonrisa que aquel muñeco dibujaba en sus cosidos labios.




Quieren lo leyeron, lo subo aquí.
Quienes no, espero les guste.
Un beso :)


No hay comentarios:

Publicar un comentario